El castigo; enemigo del aprendizaje

El tema que tratamos hoy tiene bastante controversia. Mucha gente considera que, como los niños, el castigo ayudan a aprender. Y es que con los niños (al igual que con los que somos adultos porque no importa la edad), un castigo te hace razonar, pensar, recapacitar… Te hace entender que si haces las cosas mal, hay consecuencias.
Pero con los perros, se ha podido comprobar que no es así del todo, o siempre. Claro, un castigo muy negativo, acabará por enseñarte a no repetir algo negativo. ¿Pero a qué precio? ¿Al de que ese perro te tenga miedo? Puede que eso deba cambiar. Los perros no razonan, y por ende, es importante que aprendan a hacer las cosas positivas, para así reducir las que son negativas, hasta no volver a hacerlas.
El objetivo principal con el que debemos centrarnos, es el del bienestar de nuestro peludo (ya sea perro o gato), y la comunicación entre nosotros y este. Recomendar el castigo como método de aprendizaje, puesto que este no ayuda sino que afecta negativamente a ese bienestar, y a la comunicación que queremos lograr. Por lo hablar de que el vínculo necesario entre nosotros y nuestro peludo, no se vuelve real.
Para que nos entendamos, hay tres motivos fundamentales por los cuales deberíamos entender que el castigo, no es la manera adecuada de enseñar a nuestro peludo;
– El primero, es que al usarlo, no se aprende la conducta que deseamos enseñar. Solo informamos de lo que no queremos que se haga, independientemente de las maneras. Eso lo que hace es, probablemente que tenga miedo a hacer lo que ya sabe en el sitio donde se le castiga. Pero encontrará el momento en que no se le vea para poder hacerlo de nuevo, en otro lugar o en el mismo.
– El segundo, es que realizar un castigo y que sirva de algo no es fácil. Cada vez que se castiga hay una intensidad distinta, un enfado más grande o menos grande por nuestra parte. Y eso al final provoca distintas reacciones negativas para el animal. Puede provocar conductas de defensa (algo muy peligroso), de huida o evitación… Cosas que afectan negativamente al vínculo que hemos comentado ya. Eso acabará creando miedo, estrés, ansiedad y afectación tanto físico como psicológico.
– Y por último, y como razón más importante, no es necesario. Desde siempre, el refuerzo positivo es mejor para ellos. Hace que el aprendizaje sea divertido y se genere confianza entre tu peludo y tú.
El uso del castigo es algo que desde hace mucho tiempo, se entiende como algo negativo para nuestros peludos. Y es gracias a numerosos estudios realizados, y la experiencia de muchísimos profesionales alrededor del mundo de la etología y el comportamiento aninmal, que así lo pueden afirmar también. Y eso debería ser más que suficiente para que se entendiera que el castigo no es algo que pueda ayudar en el aprendizaje de nuestros peludos.
¿Y por qué el castigo no funciona como sí lo hace en los humanos? Pues existen distintos motivos. Los perros y los gatos, al no ser animales que razonan, tienen cierta dificultad para entender, y por ende, hay varios motivos por los cuales el castigo no sirve;
– El castigo, el grito, o mejor dicho, el estímulo que se usa en el castigo, se aplica con baja intensidad. Esto hace que al perro no se le provoque ningún tipo de inhibición como para que no vuelva a realizar la conducta negativa.
– Puede que que haya un retraso en el castigo, teniendo en cuenta el momento en que se realizó el comportamiento negativo. Es decir, al haber pasado demasiado tiempo (unos minutos u horas) desde la realización de la conducta, nuestro peludo no es capaz de asociar el estimulo negativo con la conducta negativa. Con lo cual no dejará de hacerlo al no poder relacionar las dos situaciones.
– Estar presentes (tras varios castigos por una conducta negativa), puede hacer que nuestro peludo se espere a que no estemos, para realizar la conducta. Ya que es incapaz de asociar que sin que le vean, es obvio que la conducta la habrá realizado y lo sabremos. Con lo cual, es el pez que se muerde la cola. Volverá a ser castigado cuando ya no sea capaz de asociarlo con la conducta negativa.
– Realizar castigos, pero no siempre. A veces hay castigo, y a veces no. Eso hace que nuestro peludo no sea capaz de asociar si es algo bueno o algo malo. Porque a veces se le castiga al momento, si se le ve hacerlo. Pero a veces se tarda tanto en realizar el castigo que, al haber realizado la conducta, no ve el problema.
En el mundo del aprendizaje y el castigo, debemos entender y tener algo muy claro. Estos pueden llegar a provocar dolor, tanto psicológico, como ya hemos comentado, como físico. Muy a menudo se emplean dos técnicas muy conocidas que, de todo corazón, es la peor forma de enseñar a un perro (es más típico en ellos que en gatos, por la fuerza que estos pueden llegar a tener);
Dominance down: Consiste en forzar al perro a tumbarse de lado, dejándolo inmovilizado hasta que se tranquiliza.
Alpha roll: Tumbarlo boca arriba y mantenerlo hasta que queda inmóvil.
Estas dos técnicas son realmente negativas para nuestro perro. Es algo muy peligroso, ya que es fácil que se pueda provocar una conducta agresiva en él. Teniendo en cuenta que esos castigos o técnicas pueden provocar miedo, dolor, empeorar el vínculo y desde luego, hacer que el perro no aprenda.
Y es que el castigo, no son únicamente estas dos técnicas. Existen muchísimas que no recomendamos, que están obsoletas, y que pueden provocar comportamientos igualmente más negativos en los perros; gritar, spray, restregar el hocico en la orina, el tirón de correa, usar un collar de estrangulamiento, atarlos, exponerlos a lo que les da miedo, bozales no habituados previamente… Todas técnicas que pueden provocar miedo, agresividad, ansiedad y estrés.
Si realmente quieres enseñar a tu peludo a dejar de realizar conductas negativas. Refuerza las positivas. Si os parece, dentro de poco os compartiremos las fórmulas del refuerzo positivo, con diferentes conductas negativas a corregir.
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