Los ladridos de mi perro

Publicado por Team GUAU&CAT en

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Los perros ladran. Y parecerá una tontería para algunos dar esta afirmación, pero hoy en día hay muchos que creen que no deberían hacerlo. Que los perros no deberían poder ladrar cuando les apetezca.

En el año 2018, en febrero concretamente, quedó aprobado y prohibido cortar la cola, las orejas, las cuerdas vocales y la extirpación de uñas y dientes por estética. 

En muchos de estos casos no era por estética, como es el de las cuerdas vocales o la extirpación de uñas y dientes. En estos, solía ser un hecho más bien «molesto» para quienes decidían añadir a un nuevo miembro peludo en la familia. Y para ellos, la mejor forma de evitar los ladridos, las mordeduras o los arañazos, era acabar con ello con cirugía.

Es por ello que vamos a hablar, en este caso, de los ladridos. Qué son, por qué ocurren, o si es necesario evitarlos en según qué situaciones.

¿Por qué ladran los perros?

El ladrido es una forma de comunicación de los perros. Su significado depende de cada situación o contexto. Muchos pueden considerarlo solo una acción molesta, pero para el perro es una forma de comunicar algo que está percibiendo, sintiendo o viendo.

Existen muchísimas causas por las cuales un perro puede estar ladrando, y con la domesticación a la que han sido sometidos —teniendo en cuenta que ha sido algo que los humanos decidimos en su momento, y no ellos— se les enseñó a comunicarse de esta manera. Como es en el caso de los perros de guarda o de caza. Algunas especies suelen ser más «propensas» a los ladridos que otras.

¿Qué significan?

Como hemos comentado, existen muchas causas por las que un perro pueda ladrar; quizás tiene miedo (un ruido lo ha podido asustar), quiere jugar (e intenta llamar tu atención), te alerta de que hay alguien cerca (más típico en perros de guarda que se dedican a la «vigilancia»), se ha separado de ti (ansiedad por separación o aburrimiento, ¿lo recordáis?), para llamar tu atención (se refuerza más cuando le hacemos caso al ladrar), para defender su territorio frente a otro perro (¡tienen derecho a que no todo el mundo les caiga bien!), para pedirte ayuda (cuando no consiguen lo que quieren), están sintiendo dolor (de nuevo intentando llamar la atención, aunque en esta ocasión con razón), como método para salir de un momento de estrés (busquemos la causa)…

Hay tantas posibilidades, que lo más importante cuando nos encontramos con situaciones de ladridos constantes, es averiguar el motivo de estos para saber qué ocurre y cómo solucionarlo si realmente es necesario. Ya sea reconduciendo su comportamiento (ladrido) para que no lo haga, o entendiendo que estos solo han sido una forma de comunicarnos alguna cosa en un momento concreto.

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¡Quiero evitarlos! ¿Seguro?

En demasiadas situaciones queremos que nuestro perro deje de ladrar. Y debemos entender que ellos se comunican así. Igual que un niño puede gritar cuando juega o llorar cuando está triste, enfadado o se ha hecho daño, ocurre lo mismo con los perros.

Pero si queremos educar a nuestro perro para que los ladridos no sean tan constantes y  creemos que hay la posibilidad de que haya un problema detrás, debemos acudir a un educador canino que nos ayude a entenderlo, y cómo reconducirlos. Siempre de forma positiva.

Los castigos y gritos contra los ladridos no solo puede ser que se conviertan en un refuerzo, sino que solo van a provocar miedo, algo que nunca debería confundirse con respeto por nosotros. El miedo al final acaba siendo el motivo por el que podrían llegar a tener otro tipo de comportamientos negativos para sí mismos.

Lo más importante que debemos hacer si no queremos reforzar la conducta del ladrido, es no prestarle atención cuando veamos que nuestro perro ladra. Pero aún así, deberemos entender que hay contextos en los que es algo normal. Y no debería haber necesidad de cambiar la personalidad y conducta de nuestro perro en según qué casos, ¿no creéis?

Cuando nuestro perro está jugando en una playa y le tiramos la pelota, él vuelve corriendo para que se la volvamos a lanzar. Y si no lo hacemos rápido, tal vez se ponga a ladrar. ¿Y qué? Lo único que está haciendo es llamarnos impacientes porque está en un momento feliz, de euforia, y quiere que sigamos jugando con él.

En casa, jugando, también puede ladrar y no es algo malo. O cuando pican al timbre porque viene alguien, ¡él nos alerta de que hay alguien! ¿Por qué eliminar una conducta tan natural en ellos?

Y entonces, ¿cuándo hay que evitarlos?

Como hemos comentado, siempre existen situaciones y contextos en que los ladridos pueden ser problemáticos. No esos en los que juegan o alertan. Pero sí cuando se quedan solos y ladran incansablemente, por ejemplo. Porque la profundidad del asunto puede ser un problema de comportamiento y estrés que les afecta mucho más a ellos de lo que pueda afectarnos a nosotros, o a los vecinos que nos pasan el aviso. Cuando lo sacamos a pasear por ejemplo y no puede evitar ladrar a todos los perros que ve, apenas sin discriminación alguna o incluso a otras personas y sobre todo si se acercan bastante o pasan cerca nuestro, ¡está claro que es necesario que nos ayuden!

En estos casos es importante acudir a un educador canino que pueda guiarnos y ayudarnos a entender qué le pasa a nuestro perro, para poder ayudarlo.


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