Los mordiscos no es algo aislado que le pase a pocas familias. Cuando entramos a un nuevo miembro peludo a la familia es algo normal. Sobre todo cuando hablamos de cachorros. Sus dientes crecen, les duele, no tienen autocontrol de su fuerza, y eso hace que necesiten explorar todo lo posible para experimentar.
Eso hace que los mordiscos para ellos sean una gran fuente que ayuda a bajar su estrés y ansiedad. ¿No habéis visto nunca como muchos se quedan casi dormidos mientras muerden sus juguetes? ¡Les encanta! Es por ello también, que con nuestra comida, al ser triturada, recomendamos tanto que se complemente con surtidos de snacks que podéis encontrar en nuestra web, y mordedores en casa para ello.
Este es el principal motivo por el cual es importante ofrecerles alternativas para masticar y/o morder. Pero no es solamente esto lo que queremos comentar hoy con vosotros.
Cuando viene un nuevo miembro a la familia, y son cachorros, tendemos a dejarlos hacer todo y más. Son pequeños y adorables y eso muchas veces puede implicar la mala crianza y educación de estos. No olvidemos que cuanto más tiempo pasan sin ser enseñados y corregidos (que no castigados como hemos comentado en el anterior artículo de este mes), más posibilidades de que sus problemas de conducta se multipliquen y acaben dando problemas en casa.
Lo primero que debemos hacer para evitar que nuestro peludo nos muerda a nosotros o a los objetos y muebles del hogar, es hacerle saber que no está bien. ¿Cuál es la manera de hacer eso? Un grito no va a ayudar. Lo vas a asustar, y listo. Pero volverá a hacerlo, y puede llegar a hacerlo cuando no estás. Algo que es peor todavía. Porque cuando veas el problema querrás corregirlo y por mucho que le digas algo, no va a relacionar lo que ha hecho con tu castigo o enfado. Es muy complicado hacerlo de esta manera porque al final acaban pasando por episodios estresantes que los llevan a seguir con malos comportamientos que van derivando en otros comportamientos. En definitiva, entráis en un bucle sin fin.
¿Cuál es la forma correcta de corregir los mordiscos?
Es mucho más fácil de lo que podáis imaginar. Cuando un cachorro entra en casa, quiere morderlo todo.
Es necesario que tenga sus juguetes y los use para ello. ¿Lo hace? ¡Perfecto! Premio. Felicitadlo, mimadlo, dadle golosinas. ¿Os muerde? No le gritéis, ¡no le peguéis! Es un error garrafal que solo acaba provocando miedo y puede llegar a volverlos agresivos si no se hace adecuadamente (debemos aclarar, que pegarles nunca se hará de manera adecuada). Los problemas de comportamiento, no se arreglan con más malos comportamientos. Lo ideal, es hacerle ver que ha dolido su mordisco. ¿Qué ocurre cuando algo nos duele? No gritamos enfadados. Gritamos de dolor. Un grito, nada más. Apartando la mano, el pie, o la parte del cuerpo que haya mordido, y que se asuste. Pero no se asustará de miedo, sino por darse cuenta de que algo no ha salido bien.
En el caso de los perros esto funciona muy bien. Porque parece que tengan una especie de sexto sentido a veces, ¿verdad? Con el que saben ver cuándo no estamos bien. Solo debemos hacerle entender eso. Crearemos un vínculo con él que no todos conocen. Un perro puede llegar a saber que necesitamos un lametazo. Solo debemos enseñarle a entendernos. No razonan, es cierto. Pero sienten, y eso es tan maravilloso que ayuda sin duda a que puedan saber que nos han hecho daño.
Hace poco vi un caso maravilloso en el que la conducta negativa (morder) se usaba para redirigir a una positiva. Una cachorrita de apenas 4/5 meses, con un potencial de aprendizaje brutal, empezó a morder en casa. Sobre todo las manos. Una de las integrantes de la familia decidió enseñarle a dar lametazos cuando le decía “besitos”. Así que cada vez que hace el amagado de morder, ella le dice “besitos” para que la perrita deje de morder y pegue unos buenos lametazos. ¿Funciona? ¡Pues sí! Es algo que al principio es buena idea para evitar que lo hagan. Pero debemos entender que al final es algo que se debe intentar evitar al 100%, no usar siempre la vara de redirigir el comportamiento a otro. Porque eso supone que este, no desaparece del todo.
En el caso de los gatos no es tan complicado. Los gatos desde bien pequeños son muy inteligentes e independientes. Ellos lo tienen fácil puesto que les gusta mucho la caza. Y seguro que ya sabéis, los papis y mamis de felinos, lo fácil que es enseñarles a jugar y morder juguetes. Solo necesitas cintas (de las cuales hay mil variedades), para no jugar con las manos. Cuando son pequeños es muy típico querer jugar con las manos. Y en el caso de los gatos es también muy peligroso.
A pesar de que los veamos muy pequeños y adorables, pueden llegar a hacer muchísimo daño. Sus dientes y uñas son muy afiladas. Es algo que además perfeccionan en cada rascador que encuentran. Con lo cual es muy importante evitar que jueguen con nuestras manos.
Y por experiencia… ¡No lo hagáis! No juguéis con las manos. Hay marcas que se os pueden quedar durante meses. ¡Seguro que muchos sabéis de lo que os hablo!
Así que, en definitiva, jugar con las manos no es una opción. Y existen maneras muy buenas, positivas, divertidas y de gran actuación para enseñarles a no morder. Si tenéis peques en casa, lo tenéis todavía más fácil. Los animales tienden a crear vínculos muy fuertes con los niños. Es importante enseñarles a los niños a amarlos y sobre todo a respetarlos. Porque un fuerte vínculo con ellos puede suponer un gran poder de esos animales que tenéis en casa, para hacerlos felices. Así que ya sabéis. Enseñadles también a actuar, a fingir un poco de dolor para educar a vuestros peludos.
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